Todos conocemos a personas que ayudan a otros a alcanzar sus metas, que inspiran a amigos y familiares a perseverar ante la adversidad y se niegan a permitirles que se sumerjan en la aparente seguridad de un trabajo o una vida mediocre. Inspiran a otros a la grandeza mediante la persuasión amable, el ánimo constante o una especie de incentivo directo. Quizás conozcas a alguien así. O quizás seas una de esas personas, y por eso estás leyendo esta guía.

Es un mito que la razón por la que tantas personas nunca alcanzan sus metas es que realmente no las desean o no las desean con la suficiente intensidad. Los coaches de vida lo entienden. La gente recurre a ellos por la misma razón que a entrenadores deportivos o entrenadores personales: quieren a alguien que trabaje con ellos, que los anime, que los impulse. Es fácil encontrar excusas para no hacer ejercicio cuando no tienes a nadie que te impulse; no es tan fácil cuando tu entrenador personal aparece en tu puerta tres veces por semana en chándal.

Como coach, mi trabajo consiste en brindar retroalimentación objetiva e imparcial a mis clientes. No estoy aquí para juzgar ni determinar qué deben hacer ni qué necesitan, sino para facilitarles la búsqueda de soluciones. Un coach de vida puede ayudar a las personas a establecer y alcanzar metas , identificar áreas de su vida que necesitan cambios, apoyarlas en esos cambios y acompañarlas en sus desafíos y éxitos.

Aunque tengan buenas intenciones, los amigos y familiares pueden creer saber qué es lo mejor para alguien, y sus ideas a menudo entran en conflicto con lo que la persona considera mejor para sí misma. Los coaches de vida liberan a sus clientes de las expectativas impuestas por otros. Están aquí para ayudar a quienes intentan abarcar demasiado y guiarlos hacia lo que realmente les gustaría hacer y lo que les brinda mayor satisfacción. A menudo, los clientes descubren que no es lo que están haciendo en absoluto.

A veces, las personas pasan toda su vida haciendo lo que les dicen que deben hacer, lo que sus padres esperan de ellas o lo que creen que la sociedad espera de ellas. Pero ¿qué hay de hacer lo que realmente quieren? Algunos han estado atrapados en este ciclo durante tanto tiempo que ni siquiera están seguros de lo que quieren. Pero aún pueden descubrirlo. Nosotros, como coaches de vida, no tenemos una agenda. ¡Eso depende de ti!

Otro gran reto del coaching de vida es ayudar a las personas a priorizar y encontrar el equilibrio en sus ajetreadas vidas. Los coaches informan que muchos de sus clientes ya son personas exitosas, y muchos de ellos, tras ocupar altos cargos en el mundo corporativo, se sienten aislados. Buscan a alguien dispuesto a escuchar y a ofrecer retroalimentación honesta, a veces directa. Necesitan escuchar lo que sus empleados y subordinados no les dicen, razón por la cual muchos ejecutivos recurren a coaches personales.
El coaching de vida no conlleva el mismo estigma que la terapia. Los hombres, en particular, suelen ser reacios a acudir a un terapeuta, y aún más reacios a admitir que acuden a uno. Sin embargo, los coaches de vida informan que sus clientes se dividen prácticamente por igual entre ambos géneros.